martes, 12 de agosto de 2008

En busca de la construcción colectivas de espacios seguros, Rompiendo la brecha entre prevención social y prevención situacional.

Palabras claves: espacios defendibles, espacios de control, espacios relegados, prevención social, situacional y colectiva.


Introducción.

El aumentado crimen violento y la delincuencia al interior de barrios ubicados en la periferia del área metropolitana de Santiago de Chile, dejan al descubierto nuevas relaciones sociales en el espacio urbano, escenario urbano gobernado por los más fuertes, quienes ponen en manifiesto las normas y reglas que rigen el territorio. Este aumento de criminalidad ha ido en desmedró de las expectativas de vida y desarrollo humano de sus habitantes, en los que los grupos dominantes condicionan las interacciones individuales y colectivas de los espacios públicos, privados y de uso colectivo.

La decadencia física de barrio, caracterizado por la violencia omnipresente y cotidiana, el despoblamiento, la exclusión económica y la descomposición del tejido social de una comunidad, han sido una de las mayores preocupaciones del Estado, investigando, innovando e impulsando una serie de intervenciones desde el ámbito social, económico y urbano. Con el objetivo de reducir el temor de hombres y mujeres con su entorno inmediato.

En este contexto, se ha investigado con mucho esmero la seguridad o inseguridad residencial que afecta la vida social de las ciudades, intenta ir en busca de respuestas que permitan asegurar la habitabilidad del espacio urbano en general. No obstante, los estudios en su mayoría se han concentrado en argumentos técnicos centrados en el resguardo, control y defensa de los espacios residenciales.

Un enfoque tradicional es la que vincula la seguridad residencial en las variables del diseño: La teoría del “Espacio Defendible” planteada por Newman (1972), que aborda la vulnerabilidad del espacio a partir de la territorialidad. Buscando reducir la presencia de extraños en las cercanías de las viviendas, a través, de propuestas de diseño de recorridos retorcidos para la entrada en la zona residencial o la construcción de barreras reales y sistemas de video vigilancia que convierten los espacios residenciales en “ciudades fortaleza”.

Otro enfoque más contemporáneo, es el de la lógica social del Espacio, o más bien la del “control natural” encabezada por el Arquitecto Bill Hiller, postulando que la configuración espacial tiene efectos importantes en el tipo de interacción social que se genera en un espacio dado. Hillier centra su análisis en los mecanismos internos de una ciudad, que generan campos de potencial encuentro, campo que presenta una estructura definida y describible, que varía con la estructuración del espacio, y a la que denomina comunidad virtual. En definitiva, postula que la presencia natural de personas es la mejor forma de controlar el espacio público. Dado que, en la medida que disminuye el flujo de personas, se pierde el control natural y se hace más peligroso el momento en que aparece un potencial criminal (Greene; 1994). De modo muy sencillo la fórmula es “ojos que miran a la calle”, “una calle muy frecuentada es una calle segura” expresa por Jane Jacobs (1961).

De este modo, la base del método del antidelito estaría articulada en la medida que hacemos que en todo momento los espacios residenciales estén siendo utilizados o estén siendo observados de manera rutinaria por los residentes y las personas que transitan en el lugar, crearemos una impresión de vigilancia informal continua y los potenciales delincuentes entenderán que resulta poco adecuados como lugares para el delito, aumentando en consecuencia la seguridad de los residentes

Ambos enfoque incorporados en las políticas y estrategias de prevención y seguridad pública, ciudadana y humana, tanto en gobiernos locales y a nivel central, han dado cabida a la denominada Prevención Situacional. Iniciativa que actúa sobre los factores de proximidad urbana y ambiental, en estrecha relación con las situaciones de gatillantes de violencia y la actividad delictual[1] por medio de medidas que van desde la recuperación de espacios públicos, mejoramiento de la iluminación de las calles y pasajes, poda de árboles, arreglo de fachadas, utilización de cierre de pasajes, calles y espacios públicos, alarmas comunitarias y cámaras de tele vigilancia. Siendo el fin último anticiparse al razonamiento del agresor, estableciendo mayores dificultades para su accionar.

Esta tendencia apela a la lugarización concebida en el marco de seguridad y control social, es decir; la intervención en los lugares peligrosos, debieran contar con conocimiento mutuo de los habitantes próximos para la protección, además de los controles formales expresamente creados para la seguridad (las policías y los organismos de seguridad comunal), se especula que en la medida en que el residente se apropia de los espacios residenciales, los personaliza, los utiliza, se sentirá legitimado para defenderlos frente a la invasión de un extraño, poniendo en juego mecanismos de territorialidad.

En consecuencia de lo anterior, la relación de espacio y seguridad en el ámbito de la prevención, queda delimitada a un enfoque de control y de defensa de los individuos y bienes que integran el espacio. Minimizando la reflexión a una operacionalización del concepto lugar[2] para enfatizar la interpenetración entre lo físico y lo social.

Atribuyendo al lugar una temporalidad limitada e invalidando los procesos históricos relacionados con configuración del espacio urbano. Manuel Castells, nos señalaría en su clásica obra “la Cuestión Urbana”, que el espacio no es una mera estructura en un lugar sino también una serie de procesos e historias que dan vida a una sociedad en su conjunto; “…espacio es un producto material en relación con otros productos materiales, entre ellos los hombres, los cuales contraen determinadas relaciones sociales, que dan al espacio y a los otros elementos de la combinación, una forma, una función, una significación social. No es, por tanto, una mera ocasión de despliegue de la estructura social y física, sino la expresión concreta de cada conjunto histórico en el cual una sociedad se especifica”. De ahí que prácticas como Crime Prevention Through (CPTED) definidas como un conjunto de estrategias de prevención del crimen orientadas a la reducción de los delitos de oportunidad y de la percepción de inseguridad de la comuna local, carezcan de sentido si no hay un conocimiento cabal del barrio; historia, morfología urbana, demografía, situación socioeconómica, modos de vida cotidiana, redes sociales, y todo lo que parezca relevante y fundamental para el desarrollo de una prevención colectiva, sobre pasando la oposición estéril entre prevención social y situacional.[3]

Anticipándose a esta reflexión, el Programa Chile + Seguro, del Ministerio del Interior, financiado mediante crédito Banco Interamericano de Desarrollo ha venido desarrollando un modelo de intervención centrado en la focalización, en barrios vulnerables, compuestos por una población en desventaja con el resto de la ciudadanía que favorece factores de riesgo que acentúan la relación entre crimen y pobreza. Como señalaría Loic Wacquant, uno de los más destacados estudiosos actuales de la pobreza urbana en los países centrales “la marginalidad se va instalado tanto en sus estructuras físicas, como en las relaciones sociales en ausencia de la cohesión del espacio social. En consecuencia, la situación de pobreza condiciona a los individuos a desarrollarse en un mercado laboral precario e inestable, fundiéndose la economía callejera informal con actividades ilícitas y criminales”. (2007)

Experiencia del Programa Chile + Seguro.

El programa Chile + Seguro, orienta sus acciones a espacios marginales que han experimentado en el tiempo una ghetificación del barrio caracterizada por la decadencia física, el peligro, la violencia omnipresentes y cotidianos, el despoblamiento, la exclusión económica y la descomposición de su tejido social. (Wacquant: 2001: 41). Si bien, el programa tuvo su origen en una decisión política respecto de una población en particular (La Legua Emergencia en año 2001) durante todo su proceso de desarrollo se ha ido avanzado hacia un enriquecimiento del diseño metodológico, aprendizajes que se han levantado de la misma ejecución en terreno.
Uno de los mayores aprendizajes del programa Chile + Seguro, tiene relación con intervenciones en el espacio urbano, presente en la ejecución del sub. Programa Barrio Seguro; en el componente de movilización comunitaria[4] y en los Pilotos de: “Reducción de temor en víctimas y residentes de conjuntos habitacionales”; en el componente espacios públicos[5] y de “Reducción del temor urbano”; en el componente obras urbanas[6]. Tres distintos modelos de intervención aplicados en diferentes barrios de la Región Metropolitana.
Volviendo a la estrategia de prevención situacional, y sus hipótesis teóricas basadas en que las variables situacionales son más susceptibles al cambio que otras, que el delincuente responde a la lógica de oportunidad y a la decisión racional del comportamiento humano.[7] La experiencia del programa Chile + Seguro, ha estado centrada en el conocimiento de los principales problemas de seguridad cotidiana, las problemáticas ligadas a la seguridad de mujeres en viviendas sociales, la delincuencia y la victimización de jóvenes, la violencia en las escuelas y el temor en los espacios publico. Utilizando herramientas metodologías mixtas, como la encuesta, la cartografía, las entrevistas en profundidad y los grupos de discusión.
Luego, dado el fuerte componente subjetivo de las necesidades de seguridad, que varían según las características de las distintas personas y grupos (dependiendo del sexo, la edad, la historia colectiva y vivencias de cada uno), se entiende que la gestión de la seguridad urbana pasa por establecer puentes de comunicación para el encuentro de intereses ciudadanos enfrentados, a través de una mediación incansable.
Hecho, que ha permitido con el transcurso de los años flexibilizar los marcos de acción tanto en el ámbito social, comunitario y situacional, e integrar en el enfoque una prevención colectiva del delito en los barrios vulnerable, caracterizado por:
1. El conocimiento real de la problemática de la población en general
2. La conducción, articulación y fortalecimiento de las redes sociales internas y externas de la población.
3. La movilización, capacitación y la cohesión de los habitantes.
4. La intervención psicosocial y jurídica en grupos de riesgo; niños, niñas, jóvenes y mujeres.
5. La recuperación de los espacios públicos a través del trabajo voluntario.
6. La inversión en infraestructura comunitaria.
Desde esta perspectiva, el énfasis para la prevención de la criminalidad y la disminución del temor, está puesto en el fortalecimiento de las capacidades de la propia comunidad para construir confianzas y promover prácticas de autocuidado y protección mutua, sin dejar de lado responsabilidades del Estado, como son el saneamiento de deudas históricas con los barrios más vulnerables, el mejoramiento de un diseño urbano precario, la ubicación física del barrio, tipo de mobiliario urbano, la mantención del espacio público y otras variables de diseño y gestión urbana que se abordan a través de estrategias intersectoriales.



[1] CESC. Proyecto de Difusión de Programas de Prevención Comunitaria del Delito. Boletín Nº 1. Octubre de 2004.
[2] Comprendida como la relación inseparable del habitante y su hábitat
[3] Centro Internacional para la Prevención de la Criminalidad. Anne Wyvekens : la prévention situationnelle en France Synthèse Vendredi 29r février 2008.
[4] componente de Movilización Comunitaria, busca fortalecer los factores preventivos y protectores de los individuos y de la comunidad frente a la violencia y el temor que caracteriza el barrio. A través, de actividades orientadas a configurar un sistema de liderazgo legitimado para enfrentar activamente los problemas del barrio; generar y fortalecer las condiciones físicas y comunitarias que otorguen una co producción de seguridad a la población; fortalecer el trabajo en red entre la comunidad y las instituciones y organizaciones sociales.

[5] Componente Espacios Públicos orientado a fomentar la convivencia y seguridad de las familias residentes, a través de un proceso participativo de diseño, habilitación y de uso de los espacios públicos.

[6] Ejecutar algunas obras urbanas contenidas en la cartera de proyectos elaborados en conjunto con la comunidad y gestionar el compromiso de las autoridades pertinentes con proyectos cuya magnitud requiera recursos provenientes de distintos actores comunales privados, empresas públicas, municipios.
[7] Proyecto de apoyo y Difusión de Programas de Prevención Comunitaria

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